martes, 12 de febrero de 2013

Innovación y sociedades bursátiles

En otra entrada explicábamos que las salidas a Bolsa habían pasado a tener una función diferente en el siglo XXI de la que tenían en el siglo pasado. Cada vez más, las sociedades que salen a Bolsa no lo hacen para captar capital que invertir en proyectos nuevos (ese es el origen de las sociedades anónimas, que se constituían para financiar viajes trasatlánticos), sino para permitir a los inversores iniciales “hacer caja”. Los proyectos arriesgados se financian a través del capital riesgo e inversores privados y, cuando producen una caja suficiente y, por tanto, su nivel de riesgo se reduce, se ofrecen como oportunidad de inversión al público en general. Es lógico, por tanto, que las sociedades cotizadas innoven menos, realicen inversiones menos arriesgadas y se preocupen más por el corto plazo. Y, de otro lado, se explica que la crisis financiera no haya podido con las acciones. Los inversores han podido liquidar su inversión hasta en el peor momento de la crisis aunque, lógicamente, se haya producido una pérdida de valor que ha superado incluso el 50 %. Pero los que invirtieron en activos financieros distintos de acciones han corrido una suerte mucho peor ya que muchos de estos activos perdieron completamente la liquidez.

Así, según los autores, las sociedades no cotizadas toman más riesgo, invierten más en nuevos productos y tecnologías y desarrollan innovaciones más radicales. También abrazan con más facilidad innovaciones organizativas incluyendo adquisiciones, reestructuraciones financieras y de activos. Por el contrario, las sociedades cotizadas se obsesionan con las ganancias a corto plazo y huyen de los proyectos complejos que el mercado no entienda fácilmente. La volatilidad de las ganancias es anatema para una sociedad cotizada, de modo que, cuando las ganancias a corto plazo sufren un descalabro, se incrementan las probabilidades de que la sociedad bursátil deje de serlo y se adquiera su capital por un particular. Una cotizada no es un lugar para desarrollar proyectos a largo plazo ni para realizar experimentos con una probabilidad alta de fracaso.
De lo que se deduce que cotizarán más las sociedades en los sectores donde las tecnologías han madurado pero todavía hay crecimiento. Cuando se produce una innovación disruptiva en un sector poblado de sociedades cotizadas, éstas pasan a ser insignificantes, se reestructura su propiedad o abandonan el mercado bursátil. De ahí también que la salida a Bolsa coincida cuando las compañías alcanzan el máximo de su productividad y que, frecuentemente, se reduzca ésta en los años siguientes a la oferta pública de venta de acciones.
Esta imagen de las sociedades cotizadas puede verse contrarrestada por el carácter disperso de su propiedad. La falta de control estrecho de los accionistas dispersos sobre los gestores y la solvencia financiera de las sociedades cotizadas puede permitir a los gestores arriesgar más de lo que arriesgarían si soportaran un control muy estrecho del gasto del cash-flow por parte de los accionistas (sociedades bursátiles de capital concentrado).
Incentives to Innovate and the Decision to Go Public or Private Daniel Ferreira/Gustavo Manso/André C. Silva Nova March 2012 http://ssrn.com/abstract=1568268

1 comentario:

Asesorias dijo...

Cotizar en la bolsa es muy seguro y rentable, ya que las entidades que pueden hacer esta actividad es porque sus estados financieros reflejan una situacion estable en su empresa, es una nueva forma de invertir.

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