sábado, 16 de febrero de 2013

Sobre el artículo de Antonio Valdecantos en EL PAIS titulado “La burbuja universitaria”

Los de Caffe Reggio me piden que conteste al artículo del título porque he tuiteado que me parecía ambiguo e inútil. No conozco a Valdecantos así que debo esperar que no se moleste si considera demasiado crítica esta entrada. Supongo que Valdecantos es un filósofo postmoderno porque su discurso es elevado pero lleno de contradicciones y de afirmaciones irrefutables o, simplemente, falsas.

El artículo empieza dando como verdad que la Universidad ha vivido históricamente al margen de la sociedad, lo cual es muy discutible. Y que ahora comparte las miserias sociales sin fricción. Continúa dando por sentada otra “verdad”: que la universidad pública está en quiebra y que, cuando no lo estaba tenía dimensiones ineficaces y excesivas en relación con las funciones que se le atribuyen. Se trata de dos afirmaciones que no se corresponden con la realidad de la universidad española. Nunca ha sido una Universidad rica; sus profesores nunca han estado bien pagados y nunca ha figurado entre las mejores del mundo ni en conjunto, ni considerando individualmente cada una de ellas. A los rankings me remito salvo que alguien me ofrezca un instrumento de comparación mejor.
Añade, a continuación, otra “verdad”: que la ruina de la Universidad pública ha acabado con el discurso sobre la “excelencia” como objetivo universitario, discurso que, según él, se había apoderado del lenguaje universitario como una forma de autoalabanza. Yo creo que, más bien, el término se usaba como objetivo que había sido abandonado en la política franquista y socialista, que había hecho prevalecer la igualdad sobre la calidad en el diseño de la estructura y el gobierno de las Universidades.
Sigue añadiendo “verdades” como la de que las Universidades públicas españolas se han formado a imitación de las privadas “en todo lo imitable” lo que resulta, cuando menos, sorprendente si se tiene en cuenta que en España – y en toda Europa – apenas hay universidades privadas que merezcan tal nombre. Universidades privadas, de verdad, solo hay en número y calidad suficientes como para ser objeto de imitación, en los EE.UU. Según Valdecantos, la universidad pública se ha dedicado a formar “profesionales demandados por el mercado”, lo que también resulta sorprendente puesto que la queja más repetida por parte de las empresas es que la formación universitaria no está adaptada a lo que ellas necesitan.
Pero es que no da ni una. Sigue diciendo que el Plan Bolonia es una desgracia que, afortunadamente, no se ha implantado con dinero alguno, de modo que es como si no se hubiera implantado (¡que se lo digan a mis colegas que sufren seminarios y clases magistrales y planes de estudio apretados en cuatro años!). De la “no” implantación del Plan Bolonia deduce que
“no volverán… los tiempos en que el erario público sostenía a legiones de matemáticos, filólogos, teóricos sociales, físicos o historiadores entregados a sus propias tareas y sin preocupación ninguna por la rentabilidad de sus resultados. Sobrevivirá quien se adapte a la realidad, y punto, como siempre debería haber sido. La universidad tendrá que ser más pequeña y, sobre todo, deberá estar gobernada por representantes del mundo de la empresa, en lo cual, visto lo visto, quizá no vaya a haber muchas diferencias con la situación presente. Mientras tanto, habrá que despedir a unos millares de profesores, si bien tampoco hay que dejarse engañar en este asunto por las lágrimas de cocodrilo que a menudo vemos derramarse: la flexibilidad contractual fue desde muy antiguo todo un ideal de los sectores universitarios más innovadores, incluidos los exquisitamente progresistas. Como en tantas otras cosas, la crisis viene aquí muy bien, aunque convenga en algunos momentos y compañías disimular la satisfacción.
En este párrafo condensa el profesor Valdecantos bastantes de las falacias que la izquierda nacional (especialmente la andaluza – soy andaluz-) nos regala muy a menudo. Es cierto que el sistema no evaluaba el trabajo de los profesores universitarios, pero no creo que Valdecantos esté refiriéndose con nostalgia a esa falta de evaluación. Se refiere a que, en el futuro, nos exigirán rentabilidad económica. Que se quede tranquilo. Los profesores que pueden extraer rentabilidad económica de su trabajo de investigación y docencia han abandonado – quizá solo parcialmente – sus puestos universitarios. En cuanto a lo del gobierno, es falso que alguien haya propuesto que la Universidad la gobierne la CEOE o algún empresario en concreto y espero que no considere que el actual sistema de gobierno de las universidades españolas – único en el mundo – es algo que merece seguir manteniéndose. En fin, en cuanto al despido de miles de profesores universitarios, no creo que suscitemos la compasión de nuestros conciudadanos cuando hay 5 millones de parados. Pero la política que se ha llevado hasta ahora – producto del clientelismo que genera la elección del Rector por los profesores – es la de multiplicar los puestos de profesor hasta el infinito aunque sea a costa de pagar unos sueldos miserables. Los catedráticos somos los funcionarios de nivel 30 que menos dinero nos llevamos a casa de toda la Administración pública. Y gana lo mismo un catedrático de Economía de la Empresa, Derecho Mercantil o Ingeniería informática que uno de Latín o Metafísica. El Estado de las autonomías ha mejorado a algunos sin que su mayor sueldo tenga que ver, naturalmente, con la mayor calidad de su trabajo.
La siguiente falsedad se refiere a la “burguesía española” y a su desinterés por saberes “no rentables”. Quizá pueda dar ejemplos de otras burguesías más ilustradas a este respecto, pero, cuando menos, suena anticuado en un país en el que más del 80 % de la población es clase media y, sobre todo, en el que el Estado gasta el 40 % del PIB y crea universidades y facultades sin intervención ninguna de la Sociedad Civil. Son políticos del Ministerio y de las CC.AA los que deciden qué se estudia y dónde se estudia en toda España. No pretenderá Valdecantos – sería un gesto de soberbia insufrible – que los jóvenes deban estudiar carreras como filología clásica o metafísica para que haya trabajo para los profesores que quieren dedicar su vida al griego o a la filosofía tomista.
Decir que la Universidad dio facilidades a los empresarios para montar negocios en la Universidad es sangrante. Los profesores que podían montar una empresa o trabajar para una empresa tenían solo tres vías. La ilegal de simultanear actividad docente y privada; la legal de pedir la reducción de dedicación (y pasar a ganar entre 500 y 1000 euros al mes) y la también legal de conducir su actividad privada a través de la Fundación de la Universidad y retener – tras impuestos estatales y universitarios – apenas entre un 30 y un 40 por ciento de lo obtenido “del mercado”. Mi Universidad es la primera o segunda de España en términos de investigación. No creo que nadie diga que la empresa privada se aprovecha de la Universidad en perjuicio de ésta o del interés público. Quizá en la Carlos III las cosas sean distintas.
Luego está lo de crear un monigote y darle de sopapos. Nadie ha afirmado nunca que el capital privado pueda sostener una universidad que haga docencia e investigación. Por eso las Universidades privadas españolas no hacen investigación de verdad, salvo excepciones muy honrosas y referidas a lo que podríamos llamar “investigación aplicada” (Medicina, Gestión de empresas, Ingeniería…). Tampoco ha sostenido nadie que la Universidad tenga que ser económicamente rentable (salvo las instituciones privadas que, repito, se organizan –legítimamente - como negocios de enseñanza, no como centros de investigación y de creación de conocimientos). Lo que dicen todas las personas sensatas con las que he hablado de estos temas es que la Universidad tiene que ser accountable, esto es, demostrar a la Sociedad que la sostiene, que los dineros públicos puestos en ella están bien invertidos.Y que ha de crear conocimiento científico de la mayor calidad posible transmitiéndolo, también, de la mejor manera posible (eso es la excelencia universitaria). Quizá, sin embargo, el “mandarín” sea Valdecantos y pretenda negar a la Sociedad que le paga, el derecho a decidir en qué se gasta su dinero – a qué se dedican los profesores universitarios – y cómo se rinden cuentas del gasto. El problema es que si no lo deciden los políticos en el Parlamento, lo deciden – con el actual sistema de gobierno universitario – los profesores como Valdecantos cuando aprueban planes de estudio, asignaturas y eligen a Rectores, decanos y directores de departamento. Algo de eso se le escapa cuando afirma que  
Es natural que, en tiempos de tribulación, las buenas gentes se pregunten “qué opinan los intelectuales”, “cuál es el parecer del mundo de la cultura” o cosas por el estilo, y debería llamar la atención (de hecho, no la llama en absoluto) que nadie se preocupe por saber, como antes ocurría tópicamente, “qué piensa la universidad”.
Observen la contradicción: ¿las “buenas gentes” quieren saber lo que opinan la “universidad” y los “intelectuales” o no?
Ha de reconocerse que tal desinterés social está más que justificado. Porque, en el ámbito del pensamiento y de las ciencias humanas y sociales, la burbuja universitaria fue, antes que nada, una formidable hinchazón de inanidad intelectual.
¡Ah! O sea, que en Humanidades y Ciencias Sociales hemos estado pagando a un montón de gente que no solo no se preocupaba de la rentabilidad de sus esfuerzos, sino que éstos era una “formidable hinchazón de inanidad intelectual”.
Cualquier ocupación que no fuese cultivar la ortodoxia académica vigente en cada disciplina y entregarse a la escolástica (por lo común estadounidense) que en cada redil imperase era del todo ineficaz para hacer méritos en la universidad de la burbuja.
Que diga esto un profesor de la Universidad española donde la mayoría de sus profesores de ciencias sociales y humanidades son incapaces de dar una clase en inglés; donde la mitad de los departamentos de empresas no publican en absoluto y solo en Ciencias tenemos una representación respetable en revistas internacionales escritas, naturalmente, en inglés (como hacen todos los profesores de Ciencias del mundo, alemanes incluidos), resulta risible.
Lo milagroso ha sido la pugnaz resistencia de muchos universitarios cuya conducta no formaba parte del guion y que, si sobreviven al huracán, lo harán de manera casi heroica. El futuro intelectual de la universidad no está en manos de quienes la gestionaron en los buenos tiempos, sino de quienes se esforzaron entonces en nadar a contracorriente.
La burbuja de la universidad de la excelencia no dejará tras de sí ninguna huella intelectual memorable. Pero queda por ver si el malestar por su infatuación produce los frutos de lucidez que las circunstancias presentes reclaman. De lo contrario se repetirá lo que en tantas épocas ha ocurrido: que el pensamiento, la crítica y la reflexión serán fenómenos inequívocamente extrauniversitarios.
Sinceramente, no entiendo nada de este párrafo. Parece que Valdecantos es uno de estos intelectuales que, con “pugnaz resistencia” y con una conducta que “no formaba parte del guión” están preservando el “futuro intelectual de la universidad”. Y, en fin, la última es otra falacia. En España, por lo menos, el pensamiento, la crítica y la reflexión no habrán sido fenómenos exclusivamente universitarios, pero, desde luego, no “inequívocamente extrauniversitarios”.
Este tipo de reflexión es absolutamente inútil. No ya social o económicamente inútil. Intelectualmente inútil. Ni siquiera hace una llamada a un modelo determinado de universidad. En Princeton crearon el Instituto de Estudios Avanzados para que los más listos dedicaran su tiempo a lo que quisieran. En Alemania tienen el Wissenschaftskolleg zu Berlin para hacer algo parecido. ¿Quiere Valdecantos que dejemos de formar abogados, químicos o contables en la Universidad? Mi sospecha es que añora la Universidad alemana del siglo XIX en la que la Filosofía era la reina de los estudios universitarios. Me temo que, en el siglo XXI, la Ciencia y la Tecnología han ocupado su puesto para no abandonarlo jamás.







6 comentarios:

Anónimo dijo...

Usted a Kant lo dejaría con el salario base ¿verdad?.
Como se ve que arrima el ascua a su sardina, tiene un pie en la universidad y otro en la empresa. como decía un compañaero.el estado me da para pan, el jamón me lo busco en otra parte. (El decía chorizo, pero temo las segundas intenciones)

Anónimo dijo...

Ese final en la que auguras que la tecnología ocupará la universidad "para no abandonarlo jamás" es tan fatuo como indemostrable e, incluso, improbable. Recuerda tanto al din fe la historia o al crecimiento económico eterno!!!!!

Anónimo dijo...

La tecnología ha ocupado la universidad convirtiéndose en un mero centro de formación técnica de profesionales. Y si la universidad imparte formación profesional, el pensamiento crítico abandona la universidad o, simplemente deja de existir. En Alemania no y por eso progresa, investiga, se adelanta en ciencia ( y también tecnología) a todos,y todos imitan sus productos. Pero eso si todas las universidades chinas están en los rankings por delante de cualquier alemana. ¿No estará el problema en el ranking.

pat dijo...

Efectivamente, este impresentable (por lo grosero intelectual y éticamente) escrito es fruto del
embrutecimiento al que ha llegado este egregio profesor que, a lo que trasluce su escrito, no ha hecho
demasiadas lecturas sobre la ciencia,la universidad o la ética. O si las ha hecho no da la impresión de haberlas asimilado
Como ocurre tan a menudo en las charlas de calle, cuando alguien es incapaz de argumentar insulta: llama la atención que un Sr.
que dice que es catedrático se rebaje a tanto.
Y de paso deja muy clara cual es la situación de atontamiento de la institución a la que pertenece.

Anónimo dijo...

DOGMATISMO LIBERAL Y DANDO CLASES EN LA AUTONOMA. NO CREO EN LO PUBLICO, PERO VIVO DE ELLO. LA FALSEE DELD DE AGUIRRE Y DE TODOS LOS DEL PP. SI LEEIS LOS TWITS DEL PROFESOR ATACANDO EL SECTOR PUBLICO DE LA ADMINISTRACION, CUALQUIERA DIRIA QUE TRABAJA EN LA UNIVERSIDAD PRIVADA. TENDRIAN QUE DESPEDIRLE SIN INDEMNIZACION Y QUE TUVIERA QUE ACEPTAR TRABAJOS PRECARIOS, CON CONTRATO UNICO Y POR DEBAJO DEL SALARIO MINIMO. TRATAMIENTO DE TU PROPIA MEDICINA.

Carlos Espinosa dijo...

Don Jesús, ¡ha atraído a su casa a los del "pensamiento crítico" (critico cualquier pensamiento que no repita cinco mil veces palabras terminadas en –dad : sostenibilidad , o llame a los pobrecitos emprendedores, empresarios)! Enhorabuena.

Es maravilloso. No les entra en la cabeza que alguien - a priori, muy muy a priori- de los "suyos" (profesor en la unviersidad pública etc etc) no solo no vaya de "verde" sino que , ojo , planteé visiones...distintas! Ya sabe…es Ud un traidor, o se ha vuelto loco, o jamás debería pisar su “Tierra Prometida”…Es lo peor de lo peorcísimo.

Estos solidarios de cachiporra que le desean lo peor … Son extraordinarios. ¿Cómo unas palabras que reflejan una opinión pueden generar tanto odio? ¿Cómo no toleran que alguien piense distinto? Al final , van a tener razón. Lo llaman democracia, y no lo es.

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