jueves, 9 de abril de 2015

La carta del CEO de JPMorgan a sus accionistas: errores en las adquisiciones de empresas

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En su carta a los accionistas, Jamie Dimon, CEO (y Chairman, lo que ha sido muy criticado) del JPMorgan Chase dedica una parte a explicar las enormes multas que ha tenido que pagar como consecuencia de infracciones regulatorias, básicamente, fraude a los consumidores y manipulación de los mercados en los que intervenía. Su conciencia parece tranquila porque, afirma, la mayor parte de esas multas tienen que ver con conductas de los empleados y directivos de dos bancos que fueron adquiridos por Bear Stearns y Washington Mutual.

Lo que dice Dimon tiene interés en varios puntos. El primero es que no da muchas explicaciones acerca de, en la parte de fraudes cometidos por los propios empleados de JPMorgan, por qué el sistema de cumplimiento normativo de la empresa no los detectó. El segundo es que Dimon se queja de que su tiempo como CEO se ocupa, sobre todo, con temas regulatorios, lo que es señal de que en el sector financiero y en bancos de gran tamaño, los CEO con formación y experiencia jurídicas aumentan su valor relativo respecto de los financieros. El tercero es que los grandes bancos internacionales sufren el bis in idem en los EE.UU y reciben sanciones de hasta seis reguladores distintos por los mismos hechos. No creo que esa conducta administrativa fuera aceptable en Europa. En Derecho europeo de la competencia, por ejemplo, la imposición de multas por la Comisión Europea ha de tener en cuenta este riesgo a la hora de calcularlas.


Pero lo más interesantes es lo relativo a la pregunta es por qué, si se hizo la correspondiente due diligence, JPMorgan no fue capaz de protegerse frente a los riesgos regulatorios que implicaba la compra de esos dos bancos, contingencias que incluían, naturalmente, posibles multas astronómicas, y ajustar el precio a pagar o exigir garantías del vendedor: In the Bear Stearns case, we did not anticipate that we would have to pay the penalties we ultimately were required to pay. Y, en el otro, era el propio gobierno el garante porque había nacionalizado el banco antes de vendérselo a JPMorgan, pero el regulador-supervisor del mercado les obligó a renunciar a ellas como condición para llegar a un acuerdo respecto de la cuantía de la multa y el (no) reconocimiento de responsabilidad.

El CEO no tiene ningún empacho en reconocer que, probablemente, a la vista de lo que ocurrió tras la compra de estos dos bancos, si tuviera que tomar hoy la decisión, no hubiera comprado los bancos o hubiera pagado un precio mucho más bajo por ellos. Es más, dice que el Consejo de Administración no le habría dejado comprarlos .
Por si se lo están preguntando: No, no volvería a comprar Bear Stearns hoy – de hecho, no creo que el Consejo me lo permitiera. El caso del Washington Mutual era una adquisición sensata sólo si la hubiéramos realizado a un precio mucho más bajo que compensara los riesgos jurídicos que estábamos asumiendo, riesgos entre los que había que incluir el de que el gobierno pudiera quitarnos las garantías que nos había ofrecido en el momento en el que nos lo vendió. No anticipamos y no creo que pudiéramos haber anticipado que los acontecimientos se desarrollarían como lo han hecho. Han sido unas lecciones carísimas que no olvidaremos.
Es un ejemplo de la buena salud de la que goza la business judgment rule en Derecho norteamericano.

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